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lunes, 23 de febrero de 2015

El Misántropo y yo

Sentada en la fila 12 de un patio de butacas, lejos de las tablas...acabar en medio del escenario bombardeada por miles de imágenes, personas y momentos.

Enlazar un tema con otro, cada cual más delicado y difícil de tratar, adaptación magistral de un texto de 1666 al siglo XXI.
Temas como la amistad, la sinceridad, el engaño, la hipocresía, la crítica...se hacen presentes en una situación tan cotidiana como una reunión de amigos.
Y durante la hora y 45 minutos que dura la fiesta eres un espectador de tu propia vida, cada personaje eres tú misma y los demás, con nombres y apellidos, en medio de un bullicio de vivencias y sentimientos...toca descubrir que es real, que fue real.

Durante la representación te asaltan mil dudas, ves la reacción de los personajes y juzgas sus conducta ante las diferentes circunstancias o te ríes de sus intentos de salvar la situación, pero resulta que en tu vida sí son reales y nuestras excusas, esas que hemos valorado y reído, son válidas sin ningún tipo de duda...o tal vez no.

Sentarte frente a un espejo que te pregunta:
 ¿Y tú que haces?
¿Es real o un juego divertido?
¿De verdad te crees lo que piensas o dices?

Y paras, piensas, reflexionas y valoras que responder...que personaje te vale para lo que quieres oír, a quien de todas esas voces prefieres escuchar y crees que te engañas a ti misma, pero sabes que no...aunque hay cosas que hasta que no se dicen en voz alta no son reales, y aún así...depende de la respuesta del otro...nos quedamos con aquella que nos deje en un lugar más cómodo, lejos de la toma de decisiones, con aquella que nos guste más aún pensando que no es real, ni cierta.

El Misántropo es un análisis de la propia vida y eso duele...el teatro, a veces, también duele.

(Foto de Marian Climent, gracias :P )


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