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lunes, 13 de julio de 2015

Una ronda

¡¡Por fin!! Un pequeño gran formato.
Ayer, después de mucho tiempo esperando ese momento, vi su nombre en un cartel de una obra de pequeño formato.
La emoción y la ilusión sobresalían.

Sabía que iba a ser diferente, sentarte en la primera fila a centímetros del atrezzo de la obra, un espacio cuadrado donde no eres algo ajeno al espectáculo, estás dentro, puedes sentir los miedos, las dudas de los personajes, personajes que de repente traspasan el umbral de la ficción y conectan con los allí presentes.

Diferente a todo lo que había visto, me senté, también con incertidumbre, incertidumbre de no saber lo que iba a ver y como me iba a encontrar descubriendo a un actor que admiras desde una perspectiva totalmente distinta en todos los aspectos.
Pero sabes dar el punto justo al personaje, el matiz necesario para hacerte vibrar y transportarte a la situación que se está interpretando; no solo con la voz, descubrir nuevos aspectos que admirar sin dejar de ver a Rubén cuando le miras a los ojos, un equilibrio entre el actor y la persona.
Te deja con ganas de más.

Una ronda. Una ronda de arte, de voces nuevas que no te dejan indiferente, de música en directo.
Una ronda de escenas que se enlazan unas con otras sobre el amor, el sexo y la vida; pequeñas escenas donde los personajes ruedan, uno se va, otro entra, vuelve, desaparece, te sorprende.
Una ronda de subidas y bajadas de intensidad, de menos a más, de forma progresiva te hace no quitar los ojos de cada actor, ir entrando y saliendo de escena con ellos.

Empecé a leer el libro de Arthur  Schnitzler y a buscar información sobre la obra y el autor, intentar averiguar lo que iba a encontrarme, aunque como siempre el teatro sorprende.
La obra forma parte del género comedia, y sí, hay escenas cómicas, llevadas a gestos más exagerados pero mirando hacía dentro a mi me transmitió drama.
La obra reduce al hombre al instinto más básico, a moverse y relacionarse a través del instinto sexual sin importar clase social, la edad, el género... y eso para mi es un poco drama. Supongo que todo depende de la visión y situaciones que cada espectador haya vivido, incluso lo que siente y piense del amor y el sexo, de nuevo teatro y realidad se hacen uno. Es parte del encanto de esta obra.
Esta incógnita que se me plantea hace que quiera adentrarme más en sus diálogos, desmontándolos y hacerlos tuyos, ir al trasfondo de cada palabra y el comportamiento de cada personaje para llegar a esa manera de actuar o simplemente sea así.

Una ronda de aprendizaje y descubrimiento sobre el teatro.

Una ronda de mucho baile, baile en movimiento y baile estático, movimientos directos, concretos, pausados y dirigidos al público, no solo baila el cuerpo, también los ojos cuando actores estáticos acompañan a la voz que canta con su gesto y mirada.
y aprecias una nueva perspectiva de la danza, es la expresión del lenguaje que se manifiesta durante toda la obra.

Y descubro una faceta nueva del actor, el bailarín, y eso solo hace que aún te admire más.

Pequeño formato, mirar a los ojos del personaje y ver un poco de la persona.



  La ronda - Versus Teatre  

 (Del 10 de julio al 2 de agosto)

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