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domingo, 3 de abril de 2016

Homes Foscos

Apuesta arriesgada e intensa de pequeño formato, bajo el universo de Patricia Highsmith, donde no se sabe quién es quién y qué es qué, donde empieza el personaje a ser uno mismo, cual es la realidad de lo que Ben, Billy y Tex... muestran y se queda a la interpretación del espectador que pasa por un cúmulo de emociones en tan solo una hora. Una montaña rusa donde nada es lo que parece o quizá todo sea real, confluyen el miedo, el deseo, pasión, sexo, mentiras, oscuridad, soledad, angustia, amargura y debajo de todo eso uno mismo contra sí mismo.

Los actores (Marc Vilavella y Rubén Yuste) interpretan magistralmente todos estos sentimientos en un pequeño espacio que todavía hace más mágica la obra,son capaces de llevarnos sin quererlo, arrastrarnos inevitablemente a esa casa aislada y ser parte de ellos, parte de la escena, estás en esa casa sintiendo su dolor, empatizando y entendiendo incluso porque actúan así.
Sus personajes son la personificación de todas las oscuridades de unos hombres de los años 40, inmersos en una sociedad que les obliga a vivir escondiendo la realidad, en un lugar seguro pero muy lejos de lo que son, esa seguridad que da oscuridad, y provoca que solo muestren una parte de ellos, ¿quién es verdugo, quién víctima? es Ben, es Tom, es la sociedad, nada está definido, el espectador decide...

Cada escena te deja sin aliento, dirigidos de manera increíble por David Pintò; junto con Clara Peya / Andreu Gallén al piano, que bien podría ser un tercer personaje, no solo forma parte estética de la obra, o presencia fundamental de la música sino una parte indispensable para entender a los personajes. acompaña cada movimiento de los actores dándole más sentido a su expresión. 

Iluminación perfecta, que te adentra en la oscuridad o te vislumbra un rayo de luz que pronto desaparece, marca el significado de la obra.

Una crítica a una sociedad que vivía o vive marcada por valores que no deberían ser oscuros, valores que obligan a actuar desde la peor parte del ser humano, y llevada al extremo, cuchillos en manos del miedo que temblando son capaces de matar hasta lo que más queremos o deberíamos querer, nosotros mismos.
Una lucha por salir de esa coraza que solo lleva a una soledad, oscuridad y deseo por acabar con aquello que puede hacernos felices, escribir las últimas lineas de un guión con el mejor final posible sin reparar en que se queda o a quien dejamos en el camino.

Después de ver tres veces la obra creo que aún me queda mucho por entender y descubrir de estos personajes.


                                          Hasta el 8 de mayo en El Maldà

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